Es
indispensable darse cuenta que seguimos siendo igual de torpes que
hace cuatro o cinco décadas. Nuestra sociedad no ha madurado y
continuamos siendo obscenamente ignorantes e incautos en materia de
política. Me incluyo, naturalmente.
No
se enojen, pero es verdad. La semana anterior, por ejemplo, se
suscito un evento que movilizó opiniones a nivel nacional, cual fue
la desafiliación de algunos miembros del grupo de gobierno. Quién
se fue, a quien sancionaron, si fueron diez o fueron cien y qué
efectos tendrá eso en nuestro mapa político local, todo eso
trataremos algún otro lunes. Este lunes lo que me preocupa es aún
más grave: los latacungueños no fuimos capaces de argumentar un
comentario mayor a una frase revanchista. ¡Qué vergüenza!
Revisen
las redes sociales. Muy pocos comentarios analizan los motivos de la
dimisión, o la factibilidad legal de la sanción que les impusieron
a algunos, o a la relación del grupo divisionista con el grupo leal
ni sus efectos en el equilibrio de la política. No. La mayoría se
quedó en el anuncio grosero y en el vaticinio de un “camisetazo”.
Vecinos,
hay que ir más al fondo. Hay que comentar, si, porque es urgente,
pero debemos organizar criterios estructurados.
Cosa
similar está pasando con el asunto del Camal en Tilipulo. Los que
están a favor opinan que “los estudios dicen que si se puede”,
pero, ¿ya vieron esos estudios? ¿quién los hizo? ¿existen
realmente? Los que están en contra creen que “no se debe perturbar
un lugar patrimonial” como la hacienda Tilipulo, pero, ¿qué
evento histórico se dio allí? ¿por qué es importante para nuestra
identidad? ¿cuál sería la afectación real? ¿que otros proyectos
podrían ocupar ese espacio?
Se
viene un año fuerte, y no hay rastro de intentar mejorar nuestros
conocimientos en política, historia local y, sobre todo, sentido
común.
Recuerden,
vecinos, que detrás de cada palabra hay una persona, y tras de ella
a veces muchas más. En polítiquería no hay amigos ni enemigos sino
útiles e inútiles. En nuestra ciudad no hay ni salvadores ni
necesitados, solo vagos que no quieren hacer y sabidos que les
ofrecen dar haciendo.
Si
hay gente positiva, inteligente, trabajadora, sabia y
bienintencionada. ¡Claro que hay! Pero están callados, expectantes.
Los buenos han preferido quejarse que actuar. Hemos cambiado el hecho
por el dicho, y con palabras no nos alcanza para hacer cambios: siga
quejándose vecino.
Hoy,
la columna es corta, pero la tarea es ardua. Seamos más críticos y
menos criticones.
No
podemos seguir igual de brutos, calificando las situaciones con tanta
ligereza. El Camal, la desafiliación de los mucho o pocos de Alianza
Pais, los nuevos basureros que e están importando para la ciudad, el
alcantarillado que no llega, la oferta del Teleférico... todo tiene
un por qué. Todo es por algo y esas causas son, casi siempre, son
mucho más complejas de lo que comprendemos; y, mientras no nos
esforcemos en comprenderlas, los que si las entienden y las manejan,
seguirán haciendo con nosotros y nuestra ciudad lo que se les viene
en gana. ¿No hemos visto suficiente ineficiencia en la
administración, como para darnos cuenta que somos pésimos
electores?
Decida
vecino: sigue igual de bruto o ya va a hacer el papel de dueño de
casa.