martes, 25 de junio de 2013

Los mercados y los comerciantes


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Ahora, el problema que se viene con los nuevos mercados municipales, es el de la distribución de los puestos. Conforme se informa el La Gaceta, del lunes 24 de junio de 2013, página 5, los comerciantes asociados sostienen que únicamente son comercialmente útiles las primeras dos plantas. Ante esto, el Alcalde propone que el las plantas superiores se coloque a los productos de mayor consumo, cosa que yo veo bien, pues forzaría el tráfico por las plantas inferiores. Mas, ningún comerciante quiere ceder. Luego, el Municipio propone que se haga un sorteo, pero los comerciantes también se oponen.

Desde aquí parto para opinar (que eso hacemos los opinólogos), que, en verdad, ninguna solución es valida por una simple razón: se sigue tratando al mercado DE LA CIUDAD como si fuer propiedad de la asociaciones. ¿Por qué habremos de consultarles respecto de los puestos comerciales?. Algunos de estos comerciantes ya anuncian que, si del sorteo les corresponde las plantas superiores, abandonarán el local para dedicarse al comercio informal. Pues que lo hagan! Y que las autoridades les sancionen como se debe!

En los últimos años, nuestra ciudad se ha visto abusada por estos gremios de gente que, en una buena parte, ni siquiera son latacungueños. Es indispensable darles un estate-quieto.

Sucede que, los nuevos mercados, son PROPIEDAD DE LA CIUDAD, ni siquiera de la Administración Municipal. Bajo este parámetro es que debe administrarse la infraestructura: como un negocio, donde, mientras más dinero ingrese a la ciudad, mejor será el negocio.

Considero que los puestos comerciales, en el interior de estos mercados, deben ser puestos en remate de arriendo; es decir, entrar a un proceso donde los interesados oferten el cánon de arriendo que están dispuestos a pagar, y, así, concederle el lugar a los mejores postores. Tan simple como eso: el que más paga, elije primero, y sucesivamente los demás ofertantes, conforme el monto de su oferta. Si alguno considera que no le conviene el negocio, porque le tocó elegir en el puesto 85, pues se retira, sin cargo, cediendo su oportunidad al siguiente. Se deberá establecer, obviamente, valores mínimos de arriendo, dejando vacantes los puestos que no se ocupen, para ofertarlos luego de unos meses en nuevo proceso de remate.

En última instancia, el Municipio puede pedir el cánon de arriendo que considere, y el que quiere el puesto paga, el que no puede pagar, se va a la informalidad. Así de simple. Me parece ridículo tener que, en casa propia, estar consultando al inquilino sobre la disponibilidad de los cuartos y el coste de arriendo. Entiendan ya, Latacunga es NUESTRA CASA, y sus intereses son superiores a los de cualquier gremio, por más que la fuerza de décadas de comercio les haga sentirse dueños de los espacios.

Otra buena idea que se discutió con Operación Latacunga, es la de crear centro comerciales administrados directamente por la municipalidad, adquiriendo los productos directamente de los productores, prefiriendo a pequeños productores locales, y atender dicho mercado con empleados municipales, que bien pueden ser los mismos productores. Explico esto: si yo fuera un pequeño productor de zanahorias, firmaría un convenio por el cual el mercado (como entidad pública) me compra toda mi producción a un precio fijo, y por un tiempo determinado, obligándome a entregar un mínimo de producción fija; a la par, podría trabajar en el mismo mercado, percibiendo un sueldo básico, sin que deba vender directamente. Es el mismo sistema con el que funciona cualquier centro comercial o supermercado privado, solo que los empleados son también los proveedores, pero las ganancias de las ventas van directamente al Municipio.

Con lo anterior, acabamos con la especulación y la intermediación, nos permitimos controlar las políticas alimentarias locales, bajamos el índice de desempleo y subempleo, podremos incidir en el precio de mercado de los bienes, generamos recursos públicos en metálico, no perdemos la administración y control del espacio público, entre otros beneficios más.

El problema nace y perdura cuando se busca aplausos de todos los sectores, cosa imposible cuando la administración está comprometida con la ciudad, y no con su propia popularidad.