martes, 30 de octubre de 2012

La carcel en la salida a Saquisilí. ¿Y qué?

Ya viene causando revuelo la supuesta construcción de un centro penitenciario en el sector de la salida sur de Saquisilí.

Buscando reportes de prensa, opiniones e información en internet, logro verificar que, en verdad, es muy poca información técnica u oficial con la que se cuenta. El debate mediático no se centra en la necesidad o no de levantar esta obra, ni en la factibilidad u operacionalidad de hacerlo en nuestra ciudad, sino, centran los esfuerzos en crear alarma sobre un supuesto "engaño" u ocultamiento de información.

Me quedan, para opinar, dos cosas. Una: toda la información manejada por el estado es pública, cierto, pero eso no quiere decir que sea PUBLICABLE.  Y, dos: ¿que pasa si construyen la cárcel allí?

Dejemos claro y firme el hecho de que, construir este tipo de obras, es una necesidad urgente y una política nacional. En este sentido, el bien social de la nación y, específicamente de la sierra centro, se acrece de este bien, y, en la estadística global, debería mejorar el nivel de vida de los reos, así como garantizar una mejora en la recuperación social de los sentenciados y, por ende, al final, aumentar la reinserción de los mismos en la sociedad contribuyendo con un Estado más habitable y seguro.

Ahora bien, la gente, en general, considera que una cárcel es síntoma de degeneración del sector donde se ubica. Este paradigma se deviene del tipo de cárceles que tenemos en nuestro país. Verbigracia del centro García Moreno y nuestra mismo CDP y cárcel en la calle 2 de Mayo. Claro, si van a poner junto a mi casa una caja de hormigón (o piedra pómez), sin seguridades, y la van a re-re-llenar de psicópatas, asesinos, violadores y ladrones, pues, obvio, me asusto y opongo resistencia a tal situación. Sin embargo, es propio de las personas razonables, el analizar la realidad versus sus posiciones prejuiciosas. Así, si es que el nuevo Centro de Rehabilitación Social que aparentemente se construye, cuenta con las medidas suficientes y necesarias y es, realmente, como se pregona, un centro de alta seguridad, entonces, nada hay que temer.

El pueblo necesita esa cárcel, pero no tiene idea de lo útil que ésta será. El pueblo solo guarda la ambición egoísta de mantenerse tibios en casa, tibios en el trabajo, tibios en su economía, tibios en su vida, tibios en su filosofía, tibios en su religión, tibios en sus mentes.


Y, si esa cárcel se hace en secreto, como en secreto se hacen muchas otras cosas que si agravian al pueblo, ésta cárcel, por no ser dañina, sino benéfica, aunque sea en secreto, debe ser hecha. Y si, a la sombra del conocimiento público es que se construye, pues así debe hacerse, porque la experiencia dicta, en mi país, que no existe otra manera de hacerlo.
 
Y, si fuere verdad que esta construcción se inició de forma oculta, debo manifestar mi total APOYO a este comportamiento, pues, tal como se verifica de la experiencia de Poaló, donde prejuicios y politiqueros hicieron de las suyas, nada bueno se obtiene de consultar a los vecinos sobre lo que debe hacerse. Así, como dejo dicho, esa cárcel DEBE hacerse, duela a quien le duela. Y, aunque los democratistas extremos me aniquilen, diré, haciendo mía la frase de Friedrich Hegel:"El pueblo es aquella parte del Estado que no sabe lo que quiere."

Por lo demás, solo esperar que la obra cumpla con los niveles requeridos, que no haya negociados oscuros y que, en definitiva, aunque oculta, haya sido pensada en pro del bienestar común.




miércoles, 24 de octubre de 2012

Éxodo profesional

Encuentro, en mi Lata, pocos profesionales de alto nivel. Me refiero, en general, a todas las áreas.

No digo que no los haya, afirmo que no los hay de alto nivel. Tampoco critico las aptitudes de los profesionales que tenemos en la ciudad, sino que, veo y escucho, que la gran mayoría de necesitados de asesoría, la buscan en Quito y/o Ambato.

Como profesional independiente, me molesta, porque frecuentemente atiendo clientes que buscan "una segunda opinión", luego de no tener los resultados esperados con profesionales de mi sector de las ciudades antes mencionadas. Me molesta más, cuando, al conversar el triste tema de honorarios, la mayoría de mis clientes encuentran, mis servicios, caros. Algunos desconfían por verme medio jovencito; otros, más directamente, indican que el doctor fulanito cobra una fracción de lo que pido, algunos de estos fulanitos, casi regalando el trabajo y deteriorando la profesión.

Pero más me molesta, profesional y personalmente, cuando los clientes me indican que no pueden pagar mis honorarios porque están desfinanciados, pues al doctor fulanito - de Quito -  ya le tienen cancelado varias veces la suma que yo solicito.

Caigo en mi propio pecado: muchas veces he buscado profesionales de otras ciudades, para asesorarme o suplir mis requerimientos de servicios.

¿Por qué desconfiamos del profesional local?

De otro lado, al dejar el servicio público, me di cuenta que el mercado de lo servicios que ofrezco estaba sobrepoblado y subestimado. Porque soy de Lata, me quedé, pues, aunque tenía propuestas en la capital, preferí quedarme y edificarme en mi propia ciudad.  Pero, la realidad es que, la mayoría de los jóvenes profesionales de valía que salen de nuestra tierra, nunca regresan.

Es de locos, en serio, y no solo para los abogados, sino para diseñadores, músicos, arquitectos, ingenieros y demás; es de locos, digo, ver cómo muchos vecinos de Lata esquivan nuestros servicios, por considerarlos caros, y se van a otras ciudades a pagar mucho más por servicios de menor calidad.

Es indispensable y urgente repotenciar el mercado de servicios en Lata. Es emergente, también, aumentar la competencia sana, brindando servicios de alta calidad, a fin de que, quienes cobran poco y trabajan mal, se queden pronto sin clientes.

Los jóvenes tenemos la clave: aprendimos otras formas de trabajo, entendemos la tecnología en boga, estamos aún abiertos a los cambios en nuestras ramas y aún nos mostramos curiosos de experiencias y saberes. Los jóvenes debemos, entonces, elevar el nivel de nuestras áreas profesionales, EN LATA, no fuera de ella.

Los jóvenes tenemos la obligación de mejorar Lata. Que se lea bien: OBLIGACIÓN.