jueves, 28 de marzo de 2019

Necesitamos Historia



Latacunga es una ciudad que crece aceleradamente. Cada año, miles de nuevos vecinos se nos unen, algunos, compartiendo las líneas de convivencia que siempre han caracterizado al latacungueño. La mayoría de los nuevos bienvenidos desconocen por completo el sentido y concepto de “latacungueñismo”.
Ahora, ya avocados a esto, ¿será que los que con orgullo nos decimos LATACUNGUEÑOS, conocemos también este concepto? Dudo.
Dudo bastante, porque yo mismo soy mashca de cepa, hijo de mashca, nieto de mashca. Algunas veces he utilizado, en este espacio, el término “latacungueñismo”, no siempre seguro si lo hago bajo mis propios paradigmas de comportamiento, mi ideal de latacungueño, o un verdadero sentimiento proveniente del conocimiento de mi ciudad. Siento, obvio, pasión por mi ciudad, pero no puedo estar seguro de amarla bien; esto, desde el paradigma de que no se puede amar algo que no se conoce.
¿Conocemos la ciudad? ¿Sabemos la historia real de nuestra fundación, de nuestros próceres, de nuestros personajes?
Mientras historiadores nacionales y locales, cronistas y coleccionistas se debaten entre detalles y microleyendas que más parecen anécdotas, en la mayor parte de nuestra historia local, no hay consenso; y, si lo hay, no lo conocemos. Los textos que contienen nuestra historia están en manos de unos pocos, en colecciones poco visitadas y, en ningún caso, en programas educativos.
Claro que también es mi culpa, porque pude siempre mostrar mayor interés, y buscar esos textos, interesarme en investigar. Pero, seamos sinceros, en nuestra comodidad, ¿no sería bueno que alguien nos enseñe, en lugar de ir a buscar?
Entiéndase que no me estoy excusando, de ningún modo. Solo digo que, es claro, que durante décadas nos hemos despreocupado de mantener nuestra memoria histórica. Es más, pareciera que hacemos todo lo posible por olvidar.
¿Por qué queremos olvidar? ¡Carajo! Tenemos antecedentes históricos riquísimos, llenos de intelectuales, próceres, héroes, escritores, políticos…
Cantamos lo de “filántropos, sabios y grandes” con la imagen de León en la cabeza, mientras desconocemos a Páez, Ramírez, Subía, Vásconez, Campi, Varea…
Un filántropo es quien dona algo a la caridad, porque tiene y puede, Más valor tiene, para mí, el que da sin tener nada, el que crea, el que genera, el que guía y libera. No hago de menos a León, cuya virtud de “tener bastante” ha permitido la existencia de esta ciudad; pero es evidente que debemos descobijarnos del paternalismo filantrópico pasado, para dedicarnos, también, a estudiar y recuperar otras dotes que siempre caracterizaron a los latacungueños, y que lo siguen haciendo, pero con menos “cobertura de prensa”. Siempre hubo, y sigue habiendo, entre los mashcas de otrora y hoy, grandiosos políticos, pintores, escritores, deportistas, científicos. Yo mismo conozco, gente de mi edad, escribiendo libros técnicos de mecánica aplicada, cursando estudios de motores espaciales y, un compañero de aula mío, dando charlas de matemática avanzada en el extranjero. Somos mashcas, eso somos. Somos grandes.
Regreso al título: necesitamos historia. Necesitamos recuperar nuestra historia perdida y, por sobre todo, necesitamos escribir nuestra historia futura. Todo latacungueño tiene, en su ser, y por la bendición de haber nacido en esta tierra, el potencial de ser leyenda.
Salgamos del sillón, de nuestra comodidad, de nuestro ostracismo y de nuestra autoinfringida ineptitud, que nuestra madre no se cambia la chalina sola!