Mucho
hemos oído hablar últimamente de los famosos “colectivos”. Pero
muy pocos de nosotros sabemos exactamente qué es lo que son. Y la
respuesta es sencilla: somos nosotros. Si, nosotros, todos.
Me
explico: los colectivos son, formalmente, agrupaciones de personas
que se conforman para lidiar, gestar o activar algún hecho o labor
social de interés común. NO son minorías, para nada y al
contrario, son quienes representan los intereses de las mayorías
frente a los actos arbitrarios de la administración. A veces son
miles, a veces cientos y muchas veces solo un par de decenas de
gentes, pero eso no significa que sean pocos: somos todos. Ellos nos
representan a todos y tenemos mucho que agradecerles.
El
colectivo no es una asociación formalmente hablando, ni es un club,
ni una ONG. Es, realmente, la más sencilla forma de participación:
son los que están y están los que son. Para formar un colectivo no
se necesita una escritura, ni sede, ni actas, ni cuotas ni
membresías; la voluntad basta.
Cualquier
grupo de personas, donde estén más de tres, que tengan un objetivo
social común y que dispongan del tiempo y las ganas de cabildear y
hacer activismo social por dicha causa son, por defecto, un
colectivo, así no se reconozcan como tales. Es, más o menos, como
una minga, pero con fines de construcción social.
Y
son poderosos: los colectivos GLBTI han organizado cruzadas de miles
de personas y han llegado a paralizar ciudades y preocupar
Parlamentos; organizaciones animalistas han logrado reformas
legislativas en varias ciudades y estados del mundo; lo mismo
feministas, naturalistas, antiracistas y toda una serie de “istas”
que se van colocando juntos conforme sus intereses les reúnen.
En
Latacunga esta forma de agrupación ya había tardado bastante en
hacerse ver. Sorprende que entre más de doscientos mil habitantes de
Latacunga, no haya sino un par de cientos de latacungueñISTAS
organizados. Pero, recordemos: no tienen que ser muchos, porque nos
representan a todos.
Obra
de colectivos fue, recuerden ustedes, las exposiciones de arte en los
pasajes del centro histórico, adornar con geranios el pasaje de La
Compañía en la calle Padre Salcedo, captar donaciones para
afectados del terremoto y entregarlas directamente a los
beneficiarios, activismo político en redes sociales contra la
construcción del camal en Tilipulo y, más recientemente, la campaña
y propuesta de protección de dicha hacienda. ¿Ven? Los colectivos
somos todos, son los intereses de todos, nos benefician a todos.
Ahora,
vecino, usted que sigue echado leyendo La Gaceta, párese (levántese,
elévese) y busque una agrupación con la que pueda colaborar.
Siempre encontrará dónde ser útil. Siempre habrá mas como usted
buscando colaborar con los mismos asuntos que a usted le interesan.
Y, sino encuentra un grupo, pues forme uno: solo necesita cuatro
panas y un poco de voluntad. Cualquier pretexto es bueno, desde la
recuperación de la cancha del barrio hasta un motivo humanitario
internacional.
Pero,
claro, le recomiendo que empiece sus acciones aquí, en Latacunga.
Propenda usted al latacungueñismo, preocúpese de los temas locales
y colabore con el impulso de los temas sociales que tanto nos
interesan. Le dejo ideas: todavía hay que estar pendientes del
asunto de Tilipulo, también habrá que organizarnos para
supervigilar las torres de alta tensión y que no las pongan donde
afecten nuestro patrimonio natural; es oportuno conformar una
veeduría al proyecto de alcantarillado y tratamiento de aguas, puede
usted gestionar charlas y ayuda en la cárcel u organizar un grupo
que vigile los Derechos Humanos en ella...
Hay
mucho por hacer, y no hay pretexto para no hacerlo. Recuerde: ni
somos pocos ni somos tontos.
¡Manos
a la obra!