¿Ya se vieron las películas tipo Crónicas de Narnia y otras
parecidas que cuentan historias sorprendentes, en reinos mágicos,
donde ninguna cosa parece tener sentido,pero sin embargo suceden?
Yo ya me vi algunas. Y veo
novelas parecidas todos los días. Situaciones increíbles,
personajes que nadie explica por qué están en la posición que
están, locaciones mágicas y un montón de mentiras infantiles que
algunitos optan por creer para no complicarse.
Creo que podríamos ensayar una historia similar, más o menos con el
siguiente guión:
“En una tierra prodigiosa,
isla de paz y poblada por gente industriosa pero extremadamente
incauta, lugar apacible rodeado de colinas y surcado por ríos se
levantó, hace más de un siglo, un elegante castillo de Piedra
Pómez, el mejor y mas grande en su tipo que el mundo haya visto
jamás. Habitar ese castillo es un premio que galardona al mejor
habitante del reino, por selección escrupulosa de sus vecinos y con
el fin de gobernar y administrar dicho reino para que continúe
siendo, como ha sido siempre, el más bonito de la región.
Naturalmente, el acceso a ese castillo ha sido muy codiciado por
mercenarios, oportunistas y vagos. La mayor parte de quienes han
pasado por la casa de cascajo han aprovechado la inocencia de los
habitantes para hacerse de beneficios personales. Unos, disfrazados
de héroes azules, otros con coraza y espada en mano, otros
acanallando al antecesor y todos, pero todos, escondiendo sus
errores, agrandando virtudes inexistentes, ocultando su incompetencia
e ignorancia, engañando.
El castillo otorga bondades
mágicas a quienes lo gobiernan. De repente, tienen el poder de
desaparecer monedas, crear estructuras sin nunca haber hecho un
plano, convertir tierras agrícolas en edificaciones de concreto,
hacer llegar agua hasta donde nadie la necesita, convertir monumentos
históricos en carnicerías, otorgar absoluciones a los más
pecadores y hasta organizar tratos con el diablo sin que parezca
haber ningún efecto colateral para el que gobierna.
En este castillo también funciona una mesa redonda, donde
notables ciudadanos cumplen con el deber de organizar la vida del
reino. Pero el gobernante de turno es hábil e impide que los
notables puedan llegara a acuerdos benéficos para la ciudad, ya sea
haciéndose de la voluntad de algunos u organizando entuertos para
desprestigiar a otros. Se dice incluso que algún notable se ceba con
favores y beneficios para sus cercanos.
El que gobierna el castillo
distribuye su poder entre varios delegados, a fin de que le ayuden a
gestionar su autoridad. Algunos de estos delegados son terribles
tiranos, otros incluso se creen superiores al propio gobernante y, en
general, hacen y deshacen sin control, aún por fuera del
conocimiento y aprobación de aquel que los delegó. En el mejor de
los casos hay delegados que no hacen nada, porque no saben hacerlo y
están en sus lugares a título acomodaticio, pero como tampoco
presentan incomodidad para el gobernante, son mantenidos allí,
mientras se fabrique situación más favorable.
Mientras, los habitantes del reino se distraen y contentan con
mínimas raciones de felicidad y comida, además de una que otra
bondad residual de la administración. El reino pierde su lucidez y
los habitantes se encuentran más preocupados en sobrevivir el día a
día que en el propio destino del reino.
El castillo de Piedra Pómez se ha vuelto gris. Ya no es símbolo
de orgullo del pueblo, sino un estandarte de decadencia.
(...)”
Obviamente el cuento está
incompleto. Es indispensable que usted, amigo lector, colabore con el
final de la obra. Pero no se moleste en escribir, usted solo ejecute
su papel que el cuento se escribirá solito. Decida, amigo mío, si
quiere ser villano, ogro, mutante, duende, aldeano ignorante o si,
por el contrario, desea ser el héroe del cuento o, al menos, un
soldado activo y leal al antiguo espíritu de este pueblo.
Usted decida y actúe, que yo
también le entraré a la obra, que seguro tendrá teatro lleno.