Espero, estimado
vecino, que no esté leyendo esto en estado chuchacoso. De todos
modos no me sorprendería, pues hemos pasado ya las fiestas de
nuestra ciudad, con feriado incluido y, a la postre, la única manera
de festejar es, justamente, festejando. Confío en que haya usted
aprovechado muy bien todos estos días, porque lo que se viene hasta
terminar el año no es, precisamente, un lecho de rosas.
Merecido descanso nos
hemos dado, de un año bien movido. Entre cambios de administradores
de la ciudad, patrulleros nuevos, cárcel, poca obra física,
descoloridas novedades con las obras de otros años, el tema del
alcantarillado y otros menesteres, nuestra ciudad llega a su
noviembre buscando unos momentos para apartarse de todo y simular que
todo está bien.
Pero, lo dicho, se
terminó el asueto. Al año aún le falta un mes y medio, a esta
administración más o menos cuatro años y, a nuestra ciudad, por lo
menos, mil siglos más. No es prudente alargar el reposo.
Hoy es lunes. Bonito
día para retomar y recomenzar.
Los problemas
pendientes siguen ahí, y habrán muchos más por llegar. Para
empezar, ya tenemos plata para el alcantarillado, pero solo treinta
millones, el resto, sabrá dios. Seguimos con un aeropuerto
inutilizado por oscuras voluntades, apartadas de cualquier criterio
técnico. Para este punto ya se habrá asentado la nueva
administración y, aprobado el presupuesto del próximo año,
habremos de estar pendientes de la obra que, grande o pequeña, ya
debe seguirse haciendo. Queda también por conseguirse importantes
reformas regulatorias, modificar y crear ordenanzas, reorganizar las
atribuciones y obligaciones de las autoridades vigentes y, de ser el
caso, crear nuevos estamentos suficientes para mantener el control de
la ciudad.
Quedan también
pendientes, por ejemplo, el asunto de tránsito, pues, parece, que
asumir las competencias de este tema no ha sido tan bonito ni tan
fácil. A eso, sumemos la falta de personal capacitado, desde quienes
atienden tal servicio hasta la ausencia de policías municipales o
agentes de tránsito. Todavía me gustaría ver los parques abiertos
pasado las cinco de la tarde, las casas bien pintadas, los pasajes
con mesitas de café, los comercios con rótulos adecuados, las
veredas más amplias y los cables soterrados. Tampoco sería malo
tener una página web de la ciudad, poder pagar nuestras tasas
municipales por internet, tener información turística al día;
conocer, por lo menos, el calendario de reuniones del Concejo para
poder ocupar la silla vacía, conocer vía internet y directamente el
trabajo de los ediles por medio de blogs y cuentas en redes sociales.
Puedo seguir, pues no
hemos topado temas de cultura, organización territorial, centro
histórico, turismo, parques y jardines, señalética, plazas y
mercados, el camal...
La ciudad no está como
la queremos. Es de cobardes seguir esperando.
Si bien es verdad que
la mayor responsabilidad pesa sobre los administradores electos,
también es cierto que desde nosotros mismos, como ciudadanos y
vecinos, ha faltado muchísimo. Poca es la iniciativa barrial, por
ejemplo. Siempre pensé que la organización barrial era la encargada
de obligar al administrador, de proponer cambios y de presionar para
que éstos se den. Pero la organización barrial en Latacunga está
dormida. Otro zombie.
¡A despertar, vecino!
Que la ciudad no está como queremos y nadie nos va a dar haciendo.
¡Arríba,
latacungueño! Que la fiesta ha terminado y es tiempo de ordenar la
casa.