viernes, 16 de diciembre de 2016

Estamos solos




Cuando en el Ecuador vio la luz nuestra aún flamante Constitución, cundió la esperanza de un país eficiente. Entre los ciudadanos también nació la fe de una estructura garantista, donde nuestros derechos finalmente se hagan valer. Tras esa Constitución, y durante los últimos años, ha venido sucediendo una continua renovación y cambio de las autoridades en todos los niveles, desde conserjes hasta jueces y ministros. Esperábamos con los ojos brillosos ver los resultados de esta tan bien vendida “revolución”.

Lo dicho: todos han cambiado, pero nada ha cambiado. Del diario nos vienen noticias de incumplimientos de autoridades, vulneraciones de derechos constitucionales, leyes “a la medida” y, lo peor, la desatención flagrante y negligente de los ciudadanos.

No tenemos a quién reclamar y, cuando lo hacemos, mil situaciones se confabulan casi dolosamente para que nuestros reclamos no prosperen. Lo más doloroso es que, en muchos casos, los confabulados son los mismos que elegimos para que cuiden nuestros intereses. A nuestros elegidos no les pesa dejar de protegernos cuando, al hacerlo, puedan arriesgar sus intereses políticos o, simplemente, no les alcanzan los tanates para hacerlo. Hierven en temores y conveniencias mientras, fuera de sus acomodadas oficinas, quienes los elegimos caemos en desesperación ante tanta indolencia y ignominia.

Si, vecinos: todo apunta a que estamos solos. Nuestros líderes y representantes nos han abandonado.

Pero, lejos de sufrir por ello hemos de alegrarnos: si nuestros elegidos nos han abandonado significa entonces que no nos representan mas. ¡Nos hemos librado de ellos! Si, señores elegidos, desde que ustedes deciden voluntariamente no representar los intereses de los ciudadanos pierden automáticamente su único requisito de licitud: la voluntad popular. Y si, como ahora, han perdido nuestra representación, entonces lo que los sostiene en el cargo es tan solo una formalidad, un papel. Tengan dignidad, empiecen a hacer aquello que les mandamos a hacer o, simplemente, renuncien. Si, renuncien, mientra su honor aún sea salvable y antes de causar más y mayores perjuicios.

Y tranquilo vecino, replanteemos las cosas. Cuando muchos están solos todos esos solitarios acaban estando juntos. No estamos solos: ¡estamos juntos! Todos metidos en esta desesperanza y abandono, todos con la misma rabia y la misma intensidad. Todos, por fin, y a fuerza de ser golpeados por nuestros representante, podemos llamarnos hoy por un mismo nombre: latacungueños.

Ya pasamos de estar solos a estar juntos. Eso es un gran avance, pero falta un paso mas: estemos UNIDOS.

Muy poco lograremos si seguimos cada uno por su lado. Mientras la gran mayoría alza los hombros y finge demencia, otros cuantos agradecen con la vida la chaupiobra que han recibido y, los menos escrupulosos, se dedican a atacar a los pocos que hacen algo. Que los pocos se vuelvan muchos, que los inescrupulosos no se atrevan contra nosotros y que los que mendigan obras ganen amor propio y, por su honor, dejen de mendigar y empiecen a reclamar lo que por derecho les corresponde.

¡Esto es Latacunga! Y es nuestra, es mía. La ciudad nos pertenece y debemos hoy, como nunca, cuidarla de quienes tanto daño le han venido haciendo. Hoy es el día. Mañana, si seguimos como estamos, nos habremos graduado de cobardes.

Hoy, vecino, hoy.

lunes, 12 de diciembre de 2016

Carta para un burro




Las pasadas semanas la atención de todos se posó en los procedimientos iniciados por un ciudadano de quien nadie conoce nada, que pide la revocatoria del mandato del Alcalde Sánchez. Iniciado el proceso, el Alcalde debía defenderse y responder argumentadamente, como es normal. Pero nada de esto se hizo bajo parámetros de la más estricta, reservada y sobria técnica, sino que se organizaron marchas de apoyo, plantoneras y un amplísimo despliegue de entrevistas en los medios.Vimos, hace algunos días, cómo nuestro Alcalde se hace acompañar de un par de centenares de personas cada vez que cree que su cabeza está en juego. Y siempre está en juego.

Miren, que un líder se haga acompañar de sus acólitos para sus actos oficiales no está mal. Lo malo es que los acólitos no reconozcan al líder como tal ni actúen con espontaneidad. De entre los que marcharon junto al burgomaestre estaban, según recoge la prensa, el chisme y las averiguaciones, principalmente: empleados de la administración, compañeros de camiseta política y varias personas completamente desconocidas para los Latacungueños. Luego trascendió que estos desconocidos eran pobladores de las zonas rurales del cantón, muchos de ellos con carteles de gratitud por las chaupiobras recibidas. Eran Latacungueños también.

En la radio, misma dosis: en medio de una muy mediocre entrevista al administrador, varias llamadas con sufrida gratitud por las chaupiobras. Somos tontos: agradecemos el pedazo de queso que nos obsequia quien nos deja dañando la refrigeradora.

Volvemos al clientelismo político de hace un par de décadas. Con cien metros de tubería, una canchita o par de postes se compra la voluntad de un barrio. ¡Qué denigrante! Mientras la administración se finge fuerte por estar acompañada de unos cuantos autoreconocidos residentes rurales, la ciudad como tal está a punto de reventar.

Mira, vecino rural, para que sepas cómo está la cosa: mientras a tu barrio les hacen llegar la tubería o te adoquinan una callecita o te hacen cualquier agrado mediocre, la ciudad se hunde en sus propias eses al son del alcantarillado que colapsa, se gesta el atentado contra la memoria histórica de la ciudad queriendo convertir monumentos en despostaderos, permitiendo que TUS plazas y parques se vuelvan mercados negros; no se fomenta la industria, ni el turismo, ni nada; todo está de cabeza y nuestra Latacunga se fractura en todos sus niveles. ¡Pero claro, mientras a tu solar le llegue cuatro gotas de agua, el resto del mundo que se joda!

Basta, vecino campesino. No seas torpe. Te están usando. Las chaupiobras que recibes no son ningún favor: es obligación del administrador mejorar tu vida. Ese es su trabajo, no es un regalo. No tienes nada que agradecer.

Pongamos las cosas en perspectiva: el administrador ha de defenderse en un procedimiento que pide que deje de ser administrador por, según quién solicita, existir manejos deficientes, incumplidos o negligentes del asunto público. Ustedes, todos los que acompañan las marchas, si el administrador es ratificado en su lugar, aún deberán batallar con el trabajo investigativo que Contraloría viene realizando por varios asuntos y, hasta donde se sabe, con no muy agradables resultados. ¿Qué van a hacer ahí? ¿Van a marchar y desfilar y poner bandas de pueblo para ver si con eso cambian la realidad?

Si, al final del examen de Contraloría, resulta ser que esta administración si ha sido eficiente, yo seré el primero en utilizar este espacio para saludarle. Pero si, por el contrario, se encuentra que hay deficiencia, ineptitud, negligencia o, en el peor de los casos, responsabilidades penales y actos delictivos, entonces, pregunto, ¿quién saldrá a saludar al administrador? ¿Serán ustedes, los de las marchas y plantoneras, quienes se arriesguen a tratar de resembrar ese árbol caído?

No deseo el mal de nadie, excepto el de aquel que atenta contra mi ciudad. Espero, con toda la fe, estar errado en mis apreciaciones particulares de esta administración. Me gustaría mucho tener motivos para disculparme por mis opiniones. Hasta ese día, ojalá consiga yo cien amigos que me acompañen a dejar mis textos en La Gaceta.O, al menos, que vayan más allá del "like" y comenten algo positivo.