martes, 2 de julio de 2013

EL ROSAL, CASITA RENTERA




Hace unos días, me encontraba yo compartiendo muy interesantes puntos de análisis con uno de los mejores analistas y estadistas locales: mi amigo el taxista.

Este hombre, dotado de algo que parece incógnito para los administradores locales, y que yo suelo llamar “sentido común”, se dignó compartir su conocimiento conmigo, comentando respecto de la venta y/o/u expropiación del Centro Comercial El Rosal, en nuestra Latacunga. Así entablada la charla, él me preguntaba respecto de los pormenores técnicos y jurídicos del asunto, lo que me obligó a darme cuenta que tampoco yo estaba tan bien enterado del tema como creía.

Estando en eso, yo explicaba, como podía, lo poco que sabía, y analizaba los potenciales beneficios económicos de esta venta, versus la pérdida del espacio para la ciudad, la pérdida de control sobre ese bien, y, más allá, la enorme estupidez de construir algo de ese tamaño, y luego, simplemente, no saber que carajos hacer con él. Mientras, el sabio director del vehículo, me preguntaba respecto de cuántos locales habría dentro, si era bonito o no, si tenía servicios y demás.

De pronto, y mientras yo hablaba, y hablaba, y hablaba, el conductor sacó su calculadora digital de entre el volante, y mientras hacía prontos cálculos con sus dedos, me miró y dijo:

“Yo tengo una casita rentera, con dos locales abajo. Doy de comer a mis hijos, a mi mujer, y hasta me alcanza para las escapaditas. Si yo fuera dueño de esto, solo con los arriendos sería millonario.”

En ese momento, sentí que el techo del carro desapareció y un rayo de luz cayó sobre mi. El hombre me iluminó. Solo faltó el coro de ángeles, pero bueno, nada es perfecto y en ese carro solo sonaban bachatas.

Es que, en verdad, es tan simple. Si las empresa privada hace millones de dólares, solo administrando locales de su propiedad, ¿por qué el Municipio hace que Latacunga desperdicie esos ingresos a largo plazo? ¿Para que vender en pocos millones, que se gastarán en chaupiobras, lo que podría generar rentas durante los próximos cincuenta años?

Si no hace falta ser un genio en bicicleta, solamente bastaría aplicar un poco de economía del hogar a los negocios de la ciudad.

¿Por qué lo simple aparece tan monumentalmente imposible, para nuestros administradores?