viernes, 29 de julio de 2016

¿Qué mismo?



Nuestro Alcalde va de tumbo en tumbo. Primero que quería hacer el camal en tierras de valor histórico. Entonces muchos actores sociales brincamos por la ridiculez de esta idea y, finalmente, la razón parecía imponerse pues, además de absurdo, resultaría ser antitécnico. A la luz de estas obviedades, el Alcalde Sánchez da la buena noticia: el camal se construirá en tierras de Poaló, con el beneplácito de todos.

Pero la necedad se impone cuando, según se supo hace unos días, el burgomaestre insiste en su intención de atentar contra el patrimonio de los latacungueños.

Sabemos que hasta la fecha no se cuentan con los permisos para el proyecto, y que incluso habría problemas con los estudios que hasta ahora se han realizado, pero por sobre todo eso, la campaña de “socialización” ya arrancó.

¿Se socializa un proyecto que oficialmente no existe, que no cuenta con los permisos necesarios, y que muy pocos latacungueños aprobamos? Yo creo que es tiempo de optimizar los recursos, señor Alcalde. Insistir en la propuesta del camal en Tilipulo representa horas de trabajo y dinero de los contribuyentes invertidos en un capricho inviable e indeseado.

Elegimos administradores para que hagan lo que NOSOTROS queremos, no lo que se les pega la gana. Entiéndase esto de una vez: los barrios de 11 de Noviembre no quieren el camal en Tilipulo, mientras la gente de Poaló agradece la obra; del otro lado estamos frente a todos los Latacungueños que vemos peligrar la histórica hacienda. Si el administrador no hace lo que su gente desea, entonces ya no la representa.

Alcalde Sánchez, usted no me representa más. Si su administración se resume en dar paso a caprichos de grupos interesados, a cambio de algún apoyo político; o, a pelearse con los Concejales que no le dan presupuesto para las deudas de sus incapaces acólitos, o presentar alguna propuesta de ordenanza antitécnica y mal redactada y negar su palabra a vuelta del día, entonces ni siquiera es usted capaz de representar al espíritu del latacungueño.

Mientras todo esto sucede, pareciendo cortina de humo, porque el camal en Tilipulo simplemente no se va a hacer, nos descuidan de otro tema pendiente: el alcantarillado de la ciudad. ¿No lo sabían? Hay dineros pendientes de gestionarse por este tema, algo así como treinta millones de dólares, según los entendidos. Resulta que este capital debe ser recibido e invertido de manera inmediata, pues nuestra situación es notoriamente urgente.

Justo este tema no quiere, el Alcalde, poner en el orden del día de las sesiones del Concejo.

¿No será que “arrepentirse” de hacer el camal en Poaló es una cortinita de humo para entretenernos en un tema estéril, mientras se “coordinan” las cosas para el alcantarillado?

Espero que no sea así. Detestaría verificar que nuestra política local se ha contaminado de prácticas pútridas y deplorables.

Pero nosotros, los latacungueños, hemos crecido, ya no somos los de antes y, sobre todo, los que abrimos los ojos y tomamos interés en la ciudad cada día somos más. Y estamos vigilando.

Mucho cuidado, administradores, que cualquier certeza política es nula estando a puertas de comicios y, al final del día, la historia no perdona y los pueblos -ya no- olvidan. Si no saben cómo administrar mi ciudad, no hagan más ridículo. Renuncien.

viernes, 22 de julio de 2016

Endeudarse para crecer.



A veces, sobre todo cuando se camina por la ciudad en la noche, pareciera que nuestra Latacunga se ha estancado en el tiempo. Es una magnífica sensación, si se da un paseo nocturno por el centro histórico. Pero nada de agradable tiene cuando se siente lo mismo, a plena luz del día y en los barrios todavía urbanos de nuestra ciudad.

Nos falta mucho, y hoy no hay a quién echar la culpa. Los cambios estructurales se hacen con dinero, y cuando hubo no se aprovechó. El presupuesto de nuestra ciudad no es equitativo ni equilibrado. Una ciudad con más de doscientos mil habitantes no puede crecer sin un rubro de varias decenas de millones de dólares.

Tampoco podemos continuar esperanzados en los fondos que nos provienen o nos adeuda el gobierno central, porque el país está quebrado también. Nos urge crear fuentes de financiamiento rápido y barato, no para financiar obra corriente, sino para financiar proyectos productivos que nos garanticen un ingreso estable durante las próximas décadas. Hay que dejar de pensar en los próximos cinco años y empezar a proyectarnos al próximo medio siglo.

Podemos obtener dinero de las multas de tránsito. Ya hemos hablado de eso y estamos claros que en una ciudad tan llena de malcriados y choferes pseudoprofesionales, el adelantar una agencia de tránsito municipal resultará un grandioso negocio. El manejo del agua potable debería ser una empresa que genere ganancias; no muchas, porque siempre está el fin social, pero algo mismo debe dejar de ganancia. SIMTEL, como sostengo hace mucho, debe desaparecer, no solo porque el espacio público debe ser gratuito, sino porque debemos semi-peatonizar varias calles del centro de la ciudad y, además, porque es mucho mejor negocio gestionar empresas de economía mixta entre los actuales dueños de parqueaderos y el municipio, donde el municipio pondría estructura metálica para hacer dos niveles de parqueaderos y la privada se encargaría de administrar el negocio.

Si obtuviéramos crédito barato, no sería mal idea invertir en energía eléctrica eólica (del viento) para vendérsela al sistema interconectado.

Paralelamente a estos negocios, deberemos revisar cómo estamos explotando el mercado turístico, retomar una posesión activa de nuestro volcán Cotopaxi, fomentar el turismo de aventura y, luego de un trabajo de recuperación de la memoria local, organizar recorridos turísticos históricos. Cuando estos negocios florezcan, y solo luego de ello, el Municipio podrá alimentarse de tarifas diferenciadas por uso de suelo y  lugares naturales que hayamos repotenciado con estructura básica, como el Putzalahua y otros atractivos que existen en cada parroquia. El famoso teleférico, olvídenlo, es demasiado costoso e inútil, no generará un centavo.

Otro negocio para la ciudad es la gestión de residuos sólido. Si. La basura da plata, y bastante. Pero más dinero podría permitirnos si invirtiéramos en una plante de incineración, donde dispongamos de desechos hospitalarios, químicos, biológicos e, incluso, podamos incinerar drogas y otras sustancias. Naturalmente, se cobra por estos servicios.

Las tasas que se cobran en la Dirección de Movilidad son antitécnicas y no tienen sentido en muchos casos. Si se reestructura esa dirección, se brinda mejor servicio y se trabaja como se debe, puede ser una mina de oro para la ciudad. Todos lo que tenemos carro debemos pasar por ahí algún día, lo que lo convierte en un monopolio de lucro simple.

¿Ven? En seiscientas palabras proponemos casi media docena de ideas lucrativas para la ciudad. Es cuestión de dejar de buscar la pantalla política y ponerse a administrar como se debe. Los ciudadanos ya sabemos que no va a haber obra, porque no hay plata. Que haya endeudamiento estratégico para inversión rentable, por lo menos.

lunes, 18 de julio de 2016

Prenda el taximetro




Mientras los suizos rechazan la posibilidad de recibir un sueldo de dos mil quinientos dólares sin trabajar, el taxismo latacungueño se emociona por recibir veinte y cinco centavos más por carrera mínima. Definitivamente, somos torpes.

El problema del taxismo no es el dólar que cobran por el servicio mínimo, sino que ya no se sabe de dónde a dónde es un servicio mínimo. Obviamente ya no es la ciudad que podíamos cruzar por un dólar, hemos crecido bastante y es indispensable revisar los costos de la movilidad. Pero esta revisión no se sostiene en el aumento de las tarifas, sino en medidas más modernas y hasta progresivas. Una de estas medidas fue el uso del taxímetro que, además es obligatorio conforme la Ley de Tránsito vigente; otra medida podría ser, por ejemplo, la zonificación de la ciudad.

Para mi, el taxímetro era lo mejor: nadie podía quejarse, pues el valor era justo y conductor y cliente podían estar tranquilos. Pero aquí no, no se nos pegó la gana de prender el aparatito ese. Ni los taxistas lo usaron nunca, por cómodos, ni los ciudadanos lo exigimos, por sapos.

El razonamiento (si puede llamarse así) era sencillo: por un lado, como pasajero, yo se que si prende el taxímetro puede salirme costando unos centavitos más, entonces mejor no lo pido; y, si soy chofer, no lo prendo para ahorrarme tener que explicárselo al pasajero, por simple pereza o para evitar que se me lleve registro de los ingresos.

Lo peor es que hubo quienes, supuestamente en representación de la ciudad, aprobaron tal medida.

Creo que los administradores de turno no se dieron cuenta de lo que hicieron. Ellos, los administradores, que solamente buscan la sonrisa del votante y convierten a su labor en un mercadillo electorero no repararon en calcular los efectos adversos de tal medida. Ellos, los mal llamados políticos, en nada aplican políticas, sino que deciden los destinos de la ciudad en base a sus encuestas de popularidad. Hoy, quisieron caerle bien al gremio del volante, nada más.

Pero no se dan cuenta que acaban de elevar el índice de costes de movilidad de una ciudad entera, que esto transforma a Latacunga en una ciudad más cara para vivir. Elevar el costo del transporte equivale, en la cartera familiar, a elevar el costo de los combustibles. Todo tiene efectos progresivos en la economía. Quien necesita pagar más por cualquier servicio, obviamente cobrará más por lo que él produzca, justamente para poder pagar el nuevo costo del servicio que necesita, y quien adquiera éste último, también elevará sus costos para poder pagarlo. Simple y obvio.

¡Pero si tan solo es cuestión de abrir los ojos y ver los errores del otro! Hace poco nos subieron 2% el IVA, y miren lo que pasó; y nuestros administradores van a elevar 25% el costo de moverse en la ciudad. Adivinen el desenlace.

Lo que debía haberse hecho es controlar y promover el uso del taxímetro, así todos ganaban. Hagan un experimento simple: díganle a su taxista de confianza que prenda el aparato y, lo más seguro es que el taxímetro marque más que lo que pactaron. Yo lo he hecho, y realmente, por tener el aparatito apagado, quien pierde es el chofer. Eso es buena administración: lograr que los administrados respeten y ejecuten la Ley, no ser capariche del incumplimiento de la norma, repartiendo dádivas a unos pocos y cayendo mal a todo el resto.

A eso súmenle la elevación de las contribuciones municipales, que ya trataremos otro lunes. Están convirtiendo a nuestra ciudad en un lugar invivible, inviable, irracional.

Muchos, como yo, no vemos la hora en que esta administración termine.