lunes, 18 de julio de 2016

Prenda el taximetro




Mientras los suizos rechazan la posibilidad de recibir un sueldo de dos mil quinientos dólares sin trabajar, el taxismo latacungueño se emociona por recibir veinte y cinco centavos más por carrera mínima. Definitivamente, somos torpes.

El problema del taxismo no es el dólar que cobran por el servicio mínimo, sino que ya no se sabe de dónde a dónde es un servicio mínimo. Obviamente ya no es la ciudad que podíamos cruzar por un dólar, hemos crecido bastante y es indispensable revisar los costos de la movilidad. Pero esta revisión no se sostiene en el aumento de las tarifas, sino en medidas más modernas y hasta progresivas. Una de estas medidas fue el uso del taxímetro que, además es obligatorio conforme la Ley de Tránsito vigente; otra medida podría ser, por ejemplo, la zonificación de la ciudad.

Para mi, el taxímetro era lo mejor: nadie podía quejarse, pues el valor era justo y conductor y cliente podían estar tranquilos. Pero aquí no, no se nos pegó la gana de prender el aparatito ese. Ni los taxistas lo usaron nunca, por cómodos, ni los ciudadanos lo exigimos, por sapos.

El razonamiento (si puede llamarse así) era sencillo: por un lado, como pasajero, yo se que si prende el taxímetro puede salirme costando unos centavitos más, entonces mejor no lo pido; y, si soy chofer, no lo prendo para ahorrarme tener que explicárselo al pasajero, por simple pereza o para evitar que se me lleve registro de los ingresos.

Lo peor es que hubo quienes, supuestamente en representación de la ciudad, aprobaron tal medida.

Creo que los administradores de turno no se dieron cuenta de lo que hicieron. Ellos, los administradores, que solamente buscan la sonrisa del votante y convierten a su labor en un mercadillo electorero no repararon en calcular los efectos adversos de tal medida. Ellos, los mal llamados políticos, en nada aplican políticas, sino que deciden los destinos de la ciudad en base a sus encuestas de popularidad. Hoy, quisieron caerle bien al gremio del volante, nada más.

Pero no se dan cuenta que acaban de elevar el índice de costes de movilidad de una ciudad entera, que esto transforma a Latacunga en una ciudad más cara para vivir. Elevar el costo del transporte equivale, en la cartera familiar, a elevar el costo de los combustibles. Todo tiene efectos progresivos en la economía. Quien necesita pagar más por cualquier servicio, obviamente cobrará más por lo que él produzca, justamente para poder pagar el nuevo costo del servicio que necesita, y quien adquiera éste último, también elevará sus costos para poder pagarlo. Simple y obvio.

¡Pero si tan solo es cuestión de abrir los ojos y ver los errores del otro! Hace poco nos subieron 2% el IVA, y miren lo que pasó; y nuestros administradores van a elevar 25% el costo de moverse en la ciudad. Adivinen el desenlace.

Lo que debía haberse hecho es controlar y promover el uso del taxímetro, así todos ganaban. Hagan un experimento simple: díganle a su taxista de confianza que prenda el aparato y, lo más seguro es que el taxímetro marque más que lo que pactaron. Yo lo he hecho, y realmente, por tener el aparatito apagado, quien pierde es el chofer. Eso es buena administración: lograr que los administrados respeten y ejecuten la Ley, no ser capariche del incumplimiento de la norma, repartiendo dádivas a unos pocos y cayendo mal a todo el resto.

A eso súmenle la elevación de las contribuciones municipales, que ya trataremos otro lunes. Están convirtiendo a nuestra ciudad en un lugar invivible, inviable, irracional.

Muchos, como yo, no vemos la hora en que esta administración termine.

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