martes, 16 de agosto de 2016

Digamos “NO”




El latacungueño, por nefasta tradición, es demasiado bueno y demasiado manso. No la mansedumbre del cobarde que no enfrenta por no arriesgar, sino la mansedumbre del que se sabe habitante de un lugar pacífico, la bondad de quien ha vivido siempre entre bondadosos. Así hemos sido los mashcas siempre: generosos, bondadosos, frontales.

Hoy, estas actitudes no nos sirven mas. Necesitamos, con urgencia, saber decir NO.

Como el Concejo, que dijo “NO” al endeudamiento de la ciudad en una obra mal calculada.

Ya hemos dicho que “SI” a muchas barbaridades, como si fuésemos mascotas de un poder superior, y en espera de las migajas que puedan rodar del mantel. Algunos de estos animalitos de confianza dijeron “SI”, por ejemplo, a la cárcel, al burdel de la entrada a la ciudad, a las construcciones ilegales junto a los ríos, a ciudadelas nunca terminadas, a la proliferación anárquica del taxismo, al desorden social...

Pero hoy no vamos a tratar de esos “animalitos”, cuyos datos y razones son conocidos por todos. Justamente, porque todos sabemos quienes nos han perjudicado de tales maneras es que no hace falta dedicarles ni una línea más. Ojalá a las mascotas del poder no se les ocurra postularse para cargos de elección popular, porque somos tan giles que hasta podríamos hacerles ganar.

Justamente para quitarnos lo giles, es mejor que hoy tratemos de quitarnos nuestra mansedumbre personal. Si, vecino, usted es otro buey manso en manos de mal arriero.

Es indispensable aprender a decir “NO”. En cosas simples: como cuando vienen malvivientes a arrendarle el cuartito, o cuando le quieren cobrar sin taxímetros, diga “NO”.

Nada tiene de malo negarse a hacer lo que está mal. No tenga usted pudor en negarse al absurdo y ser más consciente de su realidad personal. Igualito, cuando le vendieron la casa al filo del río debía decir NO, o cuando nos subieron la tarifa de recolección de basura, o cuando nos pusieron la cárcel... Si hubiéramos dicho “NO”, hoy muchas cosas fueran más fáciles.

Pero empecemos con lo pequeño, lo simple. Al que bota la basura en la calle, al que pinta las paredes, al que anda borracho por la calle o escupe en la vereda, digámosle “NO”. Es verdad, no podremos regresar el escupitajo a la boca del patán, ni quitarle lo ebrio al amanecido, pero con un poco de constancia, crearemos cultura y, sobre todo, culturizaremos al que no sabe vivir en una ciudad.

Luego aprenderemos a decirle que no al demagogo, al politiquero mentiroso, al “líder de minoría” que solo busca la confrontación y ver a Latacunga arder, al migrante que no acaba de aprender a vivir en Latacunga como se debe vivir en Latacunga, al oportunista que pesca a río revuelto y al farsante que anda ofreciendo obras aún a sabiendas que no tiene plata.

Es que así somos: nos ofrecen veredas y bordillo y aplaudimos como hinchas, a cambio del favor nos hacen aceptar tonterías (como la cárcel o el camal en Tilipulo) y, a la vuelta, lo ofrecido se diluye en discursos y maromas políticas. No seamos más el borrego torpe de la demagogia, no permitamos más que jueguen con nuestras voluntades para, al engaño, hacernos empeñar nuestras vidas y las de nuestros hijos a cambio de par metros de tubería y cuatro volquetas de ripio.

Ya debemos estar cansados de tanta decepción, de tanta indolencia, de tanto oportunismo; de tanta ignorancia.

Digamos “NO”

jueves, 11 de agosto de 2016

Alcantarillado



Trascendió la semana anterior que una mayoría del Concejo de la ciudad negó la posibilidad de aceptar una deuda de 16 millones de dólares con el Banco de Desarrollo, entidad que nos entregaría 31 millones en total, de los cuales 15 son no reembolsables; es decir, nos regalan 15 y pagamos 16. Este dinero tendría como finalidad financiar la primera etapa del plan de alcantarillado para la ciudad.

Pero, siendo un negocio tan bueno, y necesitando tanto esta obra, ¿por qué los Concejales se niegan?

Hay dos teorías. La primera es que algunos ediles se oponen porque el pago de este préstamo obligaría a distraer recursos de las parroquias rurales. Si así fuera, primero debería realizarse una reforma completa al presupuesto de la ciudad, cosa que no podría suceder hasta el próximo año. Además, debemos sincerarnos en algo: de todos modos no hay dinero y el próximo año deberán restringirse muchísimas obras ofrecidas. De otro lado, la obra de alcantarillado es urgente, es emergente; la zona rural tiene obra OFRECIDA, pero la parte urbana tiene obra DE EMERGENCIA, ante este posición, naturalmente la administración debe dejar de lado la obra ofrecida para impulsar la obra urgente, con toda la pena para los barrios a los que se les ofreció su media cuadra de tubería o pavimento o su canchita de fútbol.

Por esto yo creo que el hecho de desviarse fondos de la parte rural es un argumento secundario. Frente a la emergencia, cualquier administrador, incluido un padre de familia, sabe que debe priorizar lo urgente.

Pero la teoría más aceptable es la que detiene la pretensión del Alcalde por su falta de lógica. Resulta que gran parte de esta inversión terminaría en una construcción ubicada a pocos metros del río Cutuchi, lo cual es un absurdo conceptual a partir de que ese río es justamente el que más se afectaría en caso de erupción volcánica. Y, ni siquiera eso, pues hace no muchos años que ese río superó el nivel de varios puentes luego de una lluvia fuerte.

Entonces la posición del Alcalde, cuando dice que los Concejales se oponen al progreso de la ciudad es, definitivamente falaz. La cosa es simple: si queremos alcantarillado, nos urge y si, estamos perfectamente conscientes de la necesidad de endeudarse para ello. Pero nos negamos rotundamente a botar nuestra plata en una obra que se va a llevar la creciente.

En contraparte, el burgomaestre ha dicho que la obra estaría completamente asegurada. Puede ser, pero no es cuestión de asegurar la casa, sino de hacer una casa que no se caiga. Es que la razón no pide fuerza. Aunque la obra esté asegurada, ese seguro cuesta y si llegara a inundarse la obra, el seguro para responder ha de cobrar un deducible, que obviamente paga la ciudad. Y hasta que el seguro responda y se vuelva a construir la obra pasará tiempo suficiente como para que la ciudad pierda más dinero y los ciudadanos pasemos por peripecias arriesgándonos hasta a una potencial crisis sanitaria.

No hay que ser genios: si construyo junto al río se lleva la creciente. Tan sencillo como eso. Es botar la plata.

Seamos objetivos y trabajemos rápido, de lo contrario ese préstamo se va a perder. Es indispensable rehacer el plan de alcantarillado, hacerlo bien y lo mas rápido y barato posible. Pero hacerlo bien, no a lo tonto.

Los ciudadanos, desde el otro lado, debemos informarnos bien, porque los rumores y desinformaciones traen consecuencias. No hay Concejales enemigos de la ciudad, al contrario, quienes se han opuesto lo han hecho pensando en el futuro de nuestra Latacunga.

Pero seguimos necesitando una solución urgente. Y no parece que haya una.