jueves, 9 de junio de 2016

Boyas para el ahogado




Flotar, sacar la cabeza y respirar. Es básico, es indispensable tener un flotador salvavidas para no morir.

La economía es igual: el barco zozobró y no podremos aguantar mucho sin un flotador. Ese flotador no es, ni menos, un crédito internacional o una subvención estatal o un proyecto no reembolsable. La boya, para nuestra ciudad, se llama TURISMO.

Latacunga es estratégica: estamos en el centro de todo. Desde aquí se puede, fácilmente, comandar expediciones a las más altas y bellas montañas de nuestro país, lagunas, ríos, páramos interminables y demás. Nuestra provincia es muy explotable en lo que se refiere a turismo naturalista y de aventura. Si nos ponemos las pilas podríamos todavía evitar perder gran parte de nuestro patrimonio histórico explotable, y no me refiero a las casas viejas.

Hay que ver las cosas con mente abierta, hay que adaptarse. Insistimos en proyectos productivos, cuando la única industria que ha sobrevivido es la agrícola, y no como industria propiamente sino como producción primaria. Además se nos viene la ley de tierras y habrá que ver cómo ésta afecta a nuestra provincia. Nos gusta creer que somos grandes comerciantes, creemos que es sencillo eso de “comprar barato y vender caro”, pero no tenemos parámetros de servicio al cliente ni políticas de calidad. El mercado de servicios es restringido y con sobreoferta, con contadas excepciones. Mercado cambiario no tenemos y bolsa de valores tampoco. Los costos de la tierra en Latacunga son obscenos, y más ridículos aún si tomamos en cuenta la deficiente planificación de la ciudad.

Turismo, señores: TURISMO.

Este mercado ha mantenido boyantes economías en países donde parecería no haber nada más. ¡Haití tiene menos deuda externa que nosotros! Macao y Palaos viven casi exclusivamente de turismo, y tienen menos que ofrecer que nuestra provincia.

Urge un cambio de actitud. El mejor o peor estado de la economía es solo un pretexto cuando no se tiene ideas.

Está claro que si mañana me pongo una agencia de viajes, pues no me va a ir nada bien. Se requiere un cambio estructural. De parte de la población es indispensable detener el abuso al turista, y que no me digan que no hay, porque lo he vivido yo, siendo paisano. Urge que nuestros hijos hablen varios idiomas y, nosotros mismos, hablemos por lo menos uno más.

Hay cositas que no van juntas, por concepto. Hay situaciones atentatorias al turismo en niveles intangibles. Dos ejemplos: a la entrada de la ciudad tenemos un motel y un prostíbulo, con un UPC policial entre los dos, hasta pareciera caricatura de Bonil; y casi ponemos un camal junto aun lugar histórico y turísticamente explotable.

Es cuestión de sentido común. En mi casa, no pongo a mis parientas desnudas en la puerta de entrada ni instalo la refrigeradora en la sala.

La administración insiste en que sus proyectos son “factibles”. Y puede que sean, pero no son lógicos ni buenos. A Poaló le querían comprar la voluntad con ofertas fútiles que seguramente ni se cumplan, tal como tampoco se cumplió el alcantarillado ofrecido a cambio de ponernos la cárcel. El camal es factible, el prostíbulo también ha de haber sido, pero no es correcto ni adecuado en los lugares que se plantearon, así de simple.

Tilipulo podría generar muchísimo dinero con una administración proactiva. San Buenaventura, si se reorganizara, estaría llena de extranjeros. Mulaló debería ser un refugio de paz y aprovechar tanto el turismo de montaña como el de jubilados. Belisario Quevedo tiene decenas de rutas de aventura para explotar, miradores, puerto de parapente y un sin fin de opciones. Y así, cada parroquia está dotada de beneficios explotables como termas, cascadas, folclore, cultura, gastronomía.

Administrador, láncenos una boya: publicite. NO pedimos más, ni necesitamos. Los ciudadanos organizados haremos el resto.