Confusion:
Falta de orden o de claridad cuando hay muchas personas o cosas
juntas.
Ese
es el problema aquí, todos y todas están en lo mismo, buscando lo
mismo y haciendo eso mismo, pero nadie sabe qué mismo.
La
política de nuestra ciudad es asquerosamente jocosa. Unos se van
bajando de la camioneta, mientras otros tratan de subirse para
aprovechar algún resto de poder y gracia. Mientras una sola bandera
política exista, los “micropartidos” se forman dentro de ella.
Luego, la lucha intestina entre facciones acaba por despedazar al
organismo.
Mucho
chisme se dice de las relaciones de poder en la ciudad y la
provincia. Al final pocas cosas quedan claras y lo más seguro es que
el verdadero poderoso sea alguien que ni siquiera ocupa cargo de
vitrina. Aquí ya no está claro quién hace qué o quien manda a
quien en el sector público. Hay muchas autoridades, y las
autoridades administrativas se confunden con las autoridades del
partido verde. No es raro ver a administradores locales “pasando
revista” a sus sectores de influencia acompañados de dirigentes
partidistas y uno o dos aparecidos con atarraya en mano.
Para
acabar con un año revoltoso, diciembre tuvo un resumen coloridísimo:
el alcalde actual insistiendo en un teleférico millonario, el ex
alcalde prometiendo no volver a hacer política luego de que le
“descolan” del partido que él mismo dirigía hasta hace poco; el
“Gober” nunca pasa desapercibido pues siempre está en el centro
de algo, el Prefecto con perfil más bien bajo pero algo ha de estar
haciendo; el Concejo de la ciudad dividido entre los que quieren
relevo, los que no saben qué quieren y un par que saben que todo
está mal pero que no les paran bola.
En
esta confusión se forjan alianzas oscuras, se traicionan los amigos
de la infancia y se arrejuntan
los que normalmente fueran compañeros imposibles.
Pero
la confusión es unilateral. Solo nosotros estamos confundidos. En
nuestra ciudad hay menos de
una docena de personas que tienen bien claro qué es lo que pasa, y
ellos son, justamente, los que nos venden la incertidumbre.
Entramos al 2016 con esperanzas, con mucha fe, pero sobre todo con
mucha ignorancia. Terminamos el 2015, básicamente, sin información
de la gestión administrativa de nuestros elegidos de turno, con
presupuestos ajustados, con promesas baldías y sin un ápice de
control sobre nuestra ciudad.
Para terminar con esta confusión, haremos unas pocas recomendaciones
simples:
Primero
que nada usted, vecino, tiene que leer más y ser más crítico. Le
están metiendo gato por liebre y nada dice... hasta aplaude. Luego
de que usted reaccione, los falsos administradores no podrán hacer
mucho y, muertos de aburrimiento, se irán nomás.
A aquel que quiera gobernar esta ciudad le hará falta cambiar a
muchos directores y jefes de mandos medios que, a fuerza de carecer
de ideas, hacen poco y lo hacen mal. En los mandos medios se necesita
adultos jóvenes. Pero no esos pobres recién graduados con caritas
de asustados que quieren asesorar negocios públicos con una mano en
el Play Station. Necesitamos gente con ideas radicales, si; pero
también con experiencia en el negocio privado. Necesitamos a ese
individuo logrado por sus propios medios que quiera aportar a la
comunidad con su sapiencia pero que mantenga la mente suficientemente
abierta para no creerse dueño de la razón.
Vea vecino, no se confunda. Las cosas de la ciudad no son difíciles
de entender cuando se les pone atención.
Vea,
administrador de turno, no se confunda. Si sus mandos medios son
mediocres y mitómanos, ¡cámbielos!. No se acobarde. A la final
¿quién es el jefe aquí?
No hay comentarios:
Publicar un comentario