Primer
lunes del año. Es un día casi sagrado: el primer día de la primera
semana del primer mes de un año que arranca. Es importante, casi
mágico.
Este
día, espero, hayan iniciado sus actividades temprano. Este año
habrán de venir muchos cambios, ¡que nos nos cojan dormidos!
Iniciemos
bien, con buenas noticias y buenos proyectos. Lo ideal es dejar de
lado las malas venturas del 2015, pero sin olvidar las experiencias
que dejaron. Retomemos nuestras labores con buen ánimo y muy
pendientes de las iniciativas de nuestros vecinos.
Mientras
la mayoría de nosotros acabamos el año anterior quejándonos de la
poco próspera situación económica, muchos otros salieron de la
queja y se dedicaron a mejorar sus negocios y obtener mejores
situaciones para sus inversiones. Entre los boyantes están varios
restaurantes que han modificado su manera de atender para poder
vender más. En nuestra provincia, orgullosamente, hay al rededor de
una docena de negocios con certificación de calidad internacional
ganada este año. Podrían haber sido más.
Hay
algunos que no han sabido sobrellevar el bajón de una manera digna.
Especialmente en el área de servicios, se ha visto que algunos de
los profesionales han reducido sus honorarios a rangos ridículos y
desleales, con el efecto consecuente de realizar un mal trabajo y
generar mayor incertidumbre además de afectar a sus colegas. El
comercio decayó, obviamente, pero si hubo en el 2015 algunos
comerciantes que hicieron crecer sus negocios, cambiaron de
proveedores, organizaron promociones, redujeron un poco su margen de
ganancia o entendieron, por fin, que un buen servicio si produce
rédito.
En
las crisis se miden los valientes. Latacunga no ha sucumbido y eso
debería decirnos mucho.
Ahora,
empecemos bien. Dejemos de lado las malas mañas. Seamos positivos.
Este
lunes, muchos de nosotros iremos a ocupar nuestros puestos de
trabajo, casi igual que siempre, a menos que reaccionemos y nos demos
cuenta que ese puesto de trabajo es importante. Nuestra labor diaria
es grandiosa porque le cambia el día a alguien más, genera un
progreso en nuestra sociedad y, finalmente, alimenta a nuestros hijos
y paga sus estudios. Este lunes vayamos al lugar de siempre, a hacer
la labor de siempre, pero con una actitud nueva.
Quienes
no dependen de otros para trabajar, aquellos que realmente producen
han de empezar este lunes más temprano que nadie. Es nuestra
obligación mantener esta sociedad andando. Nuestra economía de la
última década se ha basado en el dinero público; hoy, que no hay y
parece que no va a haber en todo el año, es nuestra responsabilidad
mantener un mínimo de equilibrio. Los emprendedores, los
inversionistas, los arriesgados, los valientes, todos estos héroes
de nuestra economía deberán redoblar esfuerzos. En nuestra
Latacunga hay muchos de ellos, afortunadamente.
Es
momento de volver a una economía más solidaria, más casera. Es
importante que volvamos a hacer compras en los mercados
tradicionales, que nuestros insumos diarios sean adquiridos en la
tienda del barrio y que contemos siempre con profesionales de la
localidad. Hay que dinamizar la economía doméstica. Debemos volver
a confiar en el otro, dejar de especular, ser más leales, más
vecinos.
Este
año que viene, con las transformaciones que se vienen, si somos
inteligentes, deberemos volver a la economía del barrio; y para que
esto tenga éxito, es imperativo que el barrio se conozca. Se
sorprenderán al encontrar, en su barrio, a muchos mediano y pequeños
empresarios que, siendo conocidos en otros lugares, pasaban
desapercibidos en su propia calle.
Regresemos
a lo nuestro. Volvamos a ser la ciudad familiar que siempre fuimos.
Retomemos nuestras buenas costumbres y enseñemos a los otros cómo
se vive “a lo Latacungueño”. Bienvenidos al reto de año nuevo:
reconstruir Latacunga, desde cada uno de nosotros.
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