Pues ya es mediados de año, y del
2015. ¿Cuántos días han pasado, cuántos meses, cuántos años,
desde la última vez que nos sentamos en una banca del parque Vicente
León, a ver y analizar cómo está nuestra ciudad?
Es que ya no nos
preocupamos de eso, simulamos que no nos interesa. Damos por hecho
que las cosas están bien en Latacunga, pues a nuestra casa aún no
entran los ladrones ni se nos ha caído el cielo encima. Todo está
bien, mientras a mi no me toque.
Pero haga el ejercicio,
vecino. Vaya al parque y siéntese en la banca que más le guste,
busque hacia donde sale el sol, y revise ese pedacito de la ciudad.
Vea bien lo que tiene al frente. ¿Que ve? En seguida me responderá
que todo está bien, que todo está igual. Y ese es el punto, pues,
vecino. ¿Cómo va a estar bien que las cosas sigan igual?
Vaya al parque, en
serio, y vea, desde donde sale el sol hasta donde se oculta, todo
sigue igual. La misma cosa es, hoy, que hace cinco o diez años. A
veces cambian de pintura, a veces de nombre, a veces de olor; pero lo
mismo es, sin duda.
En el mundo de la
información y la velocidad, en nuestro país que ha cambiado
Constitución, leyes, organismos y hasta matriz productiva en menos
de una década, sorprende que la ciudad de los “sabios y grandes”,
se muestre igual de ignorante y pequeña que hace cien años. Estamos
mal.
Ya me dirán, que trato
mal a la ciudad, y que atento al amor propio de lo vecinos. Pero
hablemos latacungueño, hablemos frontal y claro sin vueltas. No
tenemos idea ni nos interesa lo que pasa en la administración de
nuestra ciudad. Ignoramos por voluntad o asqueo propio. Nuestra
mente, en muchos casos, no quiere ir más allá de las necesidades
mensuales, nuestras almas, parece, que no quieren ir más lejos que
nuestras estrechas veredas y, pese a tanto condominio, lotización y
conjunto habitacional bien o mal autorizado, el latacungueñismo no
crece un ápice, sino entre unos pocos. Lo repito: ignorantes y
pequeños. Así nos tienen.
¿Que dirian, si vieran
cómo estamos hoy, por ejemplo, Ramírez Fita, Marco Aurelio Subía,
Rumazo González, Varea Quevedo, Rafael Cajiao y hasta el mismo
Vicente León?
Y si, de esos nombres,
solo le suena el último, vaya a ver vecino, que mal latacungueño es
usted.
Ya, levántese del
sillón, por enésima vez le pido. Fabriquemos la ciudad que
queremos, que nadie nos va a dar haciendo. Por eso seguimos como hace
tanto tiempo, igual que siempre y peor que nunca.
Hablemos claro,
hablemos latacungueño. Aceptemos, de frente y con vergüenza, que
estamos en la misma cosa que antes.
Cambiemos todo.
Cambiemos todos.
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