viernes, 28 de marzo de 2014

Me muero, nos han puesto la cárcel!





Tema trillado, este de la cárcel. De entrada, hay que decir que no es una simple cárcel, sino un “Centro Penitenciario de Alta Seguridad”, que servirá para todos los sentenciados en la sierra centro. Hasta bonita está.

Ahora bien, ¿cuál es el problema de tener un Centro de este tipo, cerca de nuestra Latacunga? Por un lado, dicen, esto incrementará la delincuencia en nuestra ciudad; y, por otro, dicen también, que nos están hechando todos los problemas de la sierra centro a nosotros.

De cierta manera, es verdad, vendrán todos los delincuentes de la sierra centro; pero vendrán sentenciados y encerrados, no vendrán a compartir nuestros vecindarios. Pero, dicen también, que con éstos presos vendrán sus familias, a las cuales, desde ya, las hemos tachado de delincuentes potenciales. Y, aunque hay que aceptar que, seguramente, no sean gentes con las mejores costumbres, tampoco podemos caer en el prejuicio de llamarles delincuentes. Con todo, son personas, que consumen; y esto significa, a los ojos de buen judío, un negocio en potencia.

Para controlar a esta posible nueva masa de ciudadanos, necesitamos de policías. Esto es por lo que hay que batallar ahora: contingentes policiales para Latacunga y Saquisilí. El Estado debe destinar, al menos, 20 policías más a Saquisilí, y 50 a Latacunga. Además, debe crearse, en Latacunga, un cuerpo especializado de inteligencia, que permita adelantarse a los eventos delictivos.

Más allá de ello, hay que decir una cosa simple: la cárcel YA ESTÁ. Es de necios organizar, apenas hoy, marchas, plantones y protestas. Aceptémoslo de una vez, ya está hecho, y nada hay que pueda cambiarse al respecto.

Los esfuerzos deben orientarse a conseguir de la administración dos cosas, la primera, el contingente policial del cual ya se trató; y, la segunda, una reivindicación para nuestras ciudades. Creo necesario y justo, por ejemplo, que como contraprestación al “servicio” que estamos prestando para la instalación de este centro, el Estado se avoque a la reconstrucción del sistema de alcantarillado de Latacunga y, de paso, el soterramiento de toda la cablería que pende de nuestros postes y contamina la hermosa vista que presta nuestra ciudad. Si, además, nos instalan un par de turbinas de generación de energía eólica, sería óptimo.

Ya nada hay que se pueda hacer contra el Centro Penitenciario. Construido está. Lo que nos debería preocupar ahora es obtener un rédito directo de ello.

Latacunga debe levantarse en voz de protesta, si; pero no por el hecho mismo de la cárcel, sino como exigencia, al gobierno central, a fin de que consigne los valores, tecnología y otros arbitrios necesarios para solventar los más grandes y urgentes problemas de nuestra urbe. Ya nos sonsacaron el espacio para la cárcel. Ahora, simplemente, cobremos el favor, y cobrémoslo bien.

Dicen por ahí, que el señor Presidente habría ofrecido treinta y cinco millones de dólares para el alcantarillado de la ciudad. Pues reclamemos los setenta que nos hacen falta. Pero, sobre todo, y por el bien de nuestros hijos, reclamemos mediante veedurías técnicas, que el manejo de esta cárcel sea óptimo, que realmente sea de altísima seguridad, que no se corrompan las seguridades, como se sabe que ha pasado en otros centros, donde, en la misma cárcel existe drogas, comunicaciones celulares y hasta armas de fuego.

Reclamemos, si, pero reclamemos el manejo técnico y adecuado del centro, la repotenciación de la seguridad pública en nuestras ciudades y las reivindicaciones a que tenemos derecho.

De estos reclamos deberá apersonarse el flamante Alcalde, sin que deje de contar con todos nosotros para apoyarle. Tenemos la fe no ser defraudados.

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