viernes, 14 de julio de 2017

Otra vez, los pendientes.



El cambio de gobierno nos ha traído una extraña sensación de paz. Parece que nada está pasando, los ánimos se calmaron y todos estamos esperanzados, como niño en víspera de cumpleaños, que algo espectacular suceda pronto. Parecemos haber olvidado que el Ecuador está en un severo bajón económico, que Cotopaxi aún pelea mercados internos para su producción y que Latacunga sigue en manos de gandules sin creatividad.

Por eso, y sin el fin de estorbar su paz de placebo, vecino, voy a repetir como vengo haciendo cada de vez en cuando, la lista de pendientes de nuestra tierra. Solo para que no se olvide, que aunque haya nuevo presidente, los de aquí siguen siendo los mismos, y siguen igual. Vaya viendo:

Hasta la fecha no se sabe qué va a pasar con Tilipulo, llevamos dos años de pelea, al menos se logró que no lo acaben de matar, pero tampoco se ve un esfuerzo real por rescatar nuestra hacienda histórica. Lo del camal es un cuento de nunca acabar, supuestamente ya teníamos terreno pero corrió la voz de que los procesos para su construcción van mal, mientras tanto, todo el equipamiento que compramos por adelantado y a ciegas, sigue guardado en una bodega, añejándose. El plan maestro de alcantarillado es una mentira, hasta ahora no vemos un plan ni tampoco un maestro que nos cambie aunque sea un tubo. Ahora ya se necesita repavimentar la ciudad y no hay plata, además sería inoficioso gastar en pavimento sin aprovechar para cambiar el alcantarillado y, con un poquito más de inteligencia, de una vez soterrar todos los cables que estorban el magnífico horizonte de nuestra ciudad.

Para rematar hay deudas que pagar y éstas acumulan decenas de miles de dólares en intereses cada mes. Nuestro sistema de recolección de basura es una basura, mismo. Los contenedores parecen de juguete, el carro recolector es un mastodonte que no pasa por nuestras calles estrechas y que nadie sabe con qué criterio lo compraron... ni en cuánto. Ahora la solución, supuestamente, es comprar otro camión recolector, cuando la verdad es que no tenemos una estrategia ni estadística real, ni capacitación ni infraestructura. Y la empresa que nos podía dejar todo eso nos enjuició, justamente, porque no le pagaron. Para rematar el asunto, debemos solucionar también respecto del lugar de destino de nuestros deshechos, porque el botadero de la vía a Pujilí ya no sirve y nunca operó técnicamente.

Seguimos con un SIMTEL anacrónico e inútil que, además, opera sin una legislación clara que lo respalde, no presta ningún servicio real a la ciudadanía y, francamente, es un desperdicio de esfuerzo cuando casi todos se dan modos para evadir esos pagos y, realmente, lo que se necesita es una policía de tránsito municipal que ponga algo de orden en este avispero. Pero claro, como gran chiste asumimos las competencias de tránsito sin tener ni la más mínima idea de lo que hacíamos.

Políticamente el municipio es un caos. El Concejo de la ciudad no sabe que hacerse pues les resulta imposible conciliar en asuntos importantes de la ciudad, pese a que algunos se lamen los bigotes ante la ausencia de uno de los Concejales que más pataleaba. Lo peor es que, según se dice, algunos de esos concejales aún creen que la gente les seguirá apoyando y ya han manifestado su intención de reelegirse o, incluso, de terciar para la Alcaldía en los próximos comicios. A esto hay que sumarle que, también dice el chisme, tendrían la misma intención el actual y un ex Alcalde...

No estoy seguro si en mi ciudad sobra audacia o falta vergüenza. Nuestra clase política actual debe ser extirpada de raíz y reemplazada por elementos técnicos, personal joven y líderes sociales con capacidad académica y criterio de ciudad.


Espero que este nuevo gobierno nacional signifique, a nivel local, el paso de transición que urgentemente reclamamos en Latacunga, el fin de una era y el inicio de otra.

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