El
cambio de gobierno nos ha traído una extraña sensación de paz.
Parece que nada está pasando, los ánimos se calmaron y todos
estamos esperanzados, como niño en víspera de cumpleaños, que algo
espectacular suceda pronto. Parecemos haber olvidado que el Ecuador
está en un severo bajón económico, que Cotopaxi aún pelea
mercados internos para su producción y que Latacunga sigue en manos
de gandules sin creatividad.
Por
eso, y sin el fin de estorbar su paz de placebo, vecino, voy a
repetir como vengo haciendo cada de vez en cuando, la lista de
pendientes de nuestra tierra. Solo para que no se olvide, que aunque
haya nuevo presidente, los de aquí siguen siendo los mismos, y
siguen igual. Vaya viendo:
Hasta
la fecha no se sabe qué va a pasar con Tilipulo, llevamos dos años
de pelea, al menos se logró que no lo acaben de matar, pero tampoco
se ve un esfuerzo real por rescatar nuestra hacienda histórica. Lo
del camal es un cuento de nunca acabar, supuestamente ya teníamos
terreno pero corrió la voz de que los procesos para su construcción
van mal, mientras tanto, todo el equipamiento que compramos por
adelantado y a ciegas, sigue guardado en una bodega, añejándose. El
plan maestro de alcantarillado es una mentira, hasta ahora no vemos
un plan ni tampoco un maestro que nos cambie aunque sea un tubo.
Ahora ya se necesita repavimentar la ciudad y no hay plata, además
sería inoficioso gastar en pavimento sin aprovechar para cambiar el
alcantarillado y, con un poquito más de inteligencia, de una vez
soterrar todos los cables que estorban el magnífico horizonte de
nuestra ciudad.
Para
rematar hay deudas que pagar y éstas acumulan decenas de miles de
dólares en intereses cada mes. Nuestro sistema de recolección de
basura es una basura, mismo. Los contenedores parecen de juguete, el
carro recolector es un mastodonte que no pasa por nuestras calles
estrechas y que nadie sabe con qué criterio lo compraron... ni en
cuánto. Ahora la solución, supuestamente, es comprar otro camión
recolector, cuando la verdad es que no tenemos una estrategia ni
estadística real, ni capacitación ni infraestructura. Y la empresa
que nos podía dejar todo eso nos enjuició, justamente, porque no le
pagaron. Para rematar el asunto, debemos solucionar también respecto
del lugar de destino de nuestros deshechos, porque el botadero de la
vía a Pujilí ya no sirve y nunca operó técnicamente.
Seguimos
con un SIMTEL anacrónico e inútil que, además, opera sin una
legislación clara que lo respalde, no presta ningún servicio real a
la ciudadanía y, francamente, es un desperdicio de esfuerzo cuando
casi todos se dan modos para evadir esos pagos y, realmente, lo que
se necesita es una policía de tránsito municipal que ponga algo de
orden en este avispero. Pero claro, como gran chiste asumimos las
competencias de tránsito sin tener ni la más mínima idea de lo que
hacíamos.
Políticamente
el municipio es un caos. El Concejo de la ciudad no sabe que hacerse
pues les resulta imposible conciliar en asuntos importantes de la
ciudad, pese a que algunos se lamen los bigotes ante la ausencia de
uno de los Concejales que más pataleaba. Lo peor es que, según se
dice, algunos de esos concejales aún creen que la gente les seguirá
apoyando y ya han manifestado su intención de reelegirse o, incluso,
de terciar para la Alcaldía en los próximos comicios. A esto hay
que sumarle que, también dice el chisme, tendrían la misma
intención el actual y un ex Alcalde...
No
estoy seguro si en mi ciudad sobra audacia o falta vergüenza.
Nuestra clase política actual debe ser extirpada de raíz y
reemplazada por elementos técnicos, personal joven y líderes
sociales con capacidad académica y criterio de ciudad.
Espero
que este nuevo gobierno nacional signifique, a nivel local, el paso
de transición que urgentemente reclamamos en Latacunga, el fin de
una era y el inicio de otra.
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