La
semana pasada necesitaba realizar una compra urgente de un artículo
especial que lamentablemente una vendedora quedó muy mal. Una de mis
opciones para encontrar aquel producto fue el Centro Comercial
Popular el Salto. La conclusión que tuve en aquel lugar la hago sin
el afán de herir susceptibilidades sino con el propósito de dar una
real y objetiva descripción de mi experiencia y con la posibilidad
que se tomen acciones al respecto.
Para
cuando llegamos a aquel lugar, con el afán de ahorrar tiempo, mi
hermano y yo nos separamos para recorrer por cada uno de los locales
que consideramos que podrían tener aquella prenda. En uno de los
primeros locales que visité, la dueña estaba tan concentrada en la
telenovela que no se inmutó cuando le pregunté si disponía lo que
necesitaba, se limitó a mover la cabeza de forma negativa para
continuar viendo su programa. En otra de las tiendas el vendedor no
fue capaz de saludar, estaba tan concentrado conversando con uno de
sus amigos que seguramente le resultó más importante enterarse de
las novedades en lugar de atender. En el recorrido por los varios
pisos del centro comercial, las circunstancias fueron muy parecidas;
en la gran mayoría de locales los vendedores se limitaban a
responder en un tono apático y hasta grosero.
No
puedo decir que este tipo de escenario lo vi en todos los locales,
pues hubieron vendedores que fueron muy amables, atentos, prestos a
atender e incluso recomendaban las tiendas de sus compañeros para
poder ayudar. Al principio, supuse que había sido solo idea mía
pero al encontrarme con mi hermano y compartirle mi punto de vista,
coincidió que había tenido una experiencia bastante similar.
Desgraciadamente la gran mayoría de vendedores habían mostrado una
actitud esquiva y hasta quemimportista.
Dicen
que un cliente bien atendido puede ser más valioso que invertir en
una gran cantidad de dinero en publicidad. Aplicando entonces esta
frase al Centro Comercial Popular el Salto, me atrevería a decir que
existen detalles muy importantes a considerar. Si bien es cierto los
productos son determinantes, la atención al cliente es de vital
importancia para la continuidad de un negocio. En el caso puntual de
aquellos vendedores que prestaron más atención a la televisión, a
las conversaciones o que simplemente no les dio la gana de atender de
la una forma amigable, ¿cómo pueden esperar que sus negocios
prosperen? Se quejan que sus negocios han bajado, que el comercio
informal, que el Cotopaxi, que la crisis del país y muchas otras
razones más, sin embargo gran parte de responsabilidad está en su
actitud; más aun cuando sus potenciales clientes están siendo mejor
atendidos por los comerciantes informales: una cruda realidad.
Vuelvo
y repito mi intención no es crear controversia ni mucho menos
ofender, mi mensaje es que si bien es cierto la gran mayoría de
negocios han sido afectados negativamente por diversos motivos,
existe mayor responsabilidad para cuidar a los usuarios y brindarles
una mejor atención. Ya que si no se cuida a aquellos clientes, de
seguro alguien más lo hará.
Editorial por: María José Rodriguez
latacunani@gmail.com
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